A mediados de los 80 del siglo pasado un buen día acudió a mi
despacho de Barcelona un sujeto en busca de asistencia legal. Su problema (¿)
consistía en que deseaba cambiar su primer apellido. Le informé que si ese
apellido era contrario al decoro o su titular podía ser objeto de burla etc. se
tramitaba un procedimiento en el Registro Civil para cambiarlo por otro que
obviara esos problemas. Pregunté por el apellido en cuestión y el cliente -en
grado de tentativa- me contestó que se apellidaba Rodríguez y que deseaba
cambiarlo por Rodri toda vez que, pensaba, el apellido paterno supondría un
freno a aspiraciones profesionales y sociales.
Ni que decir tiene que di por concluida la visita alegando
que su “caso” no se podía subsumir en los supuestos legales. La realidad era, además
y principalmente, que la justificación esgrimida me pareció repugnante: abjurar
del apellido paterno por razones de integración y promoción social o
profesional es propio de malnacidos.
He recordado esta anécdota con ocasión de la zapatiesta que
ha organizado el Ilustrísimo Sr. D. Santiago Vidal Marsal, Juez suspenso en sus
funciones y dimitido Senador, con sus “conferencias” por esos pueblos de dios en
las que anunciaba la buena nueva del advenimiento de la república catalana.
Resulta que Don Santiago se hacer llamar con el nombre hipocorístico de Santi,
nombre que se corresponde con un trato íntimo, familiar o amistoso y está fuera
de lugar fuera de esos ámbitos a menos que lo se pretende es descastellanizar
el nombre de Santiago, como es el caso que nos ocupa.
Don Santiago es un megalómano de tomo y lomo y ello explica
que haya renunciado a una cierta pátina progresista en su carrera profesional
para embarcarse en una aventura de fin previsible: el “procés” hacia la
independencia de Cataluña que concluirá con el
ridículo más espantoso.
El sujeto que nos ocupa
ha llevado el victimismo
catalanista a cotas difícilmente superables ocupando el primer puesto en el ranking de "mártires" de la
causa aunque. desgraciadamente, los victimarios han sido sus correligionarios y todo ello por bocazas y prepotente. Me explico.
Don Santiago carece de “cultura de partido”. Es un “parvenù”
al que han utilizado sus conmilitones y el tipo se ha creído con credenciales
suficientes para ir de “verso suelto” y animar el quilombo que tienen montado
con más mentiras de las permitidas o destapando contactos de sus “barandas” en
busca de ayudas y no ha dudado en recurrir a su calenturienta imaginación para dejar caer que Israel “forma” a los
Mossos y además financiará la independencia con centenares de miles de millones
de euros o que hay un preacuerdo para integrarse, sin ejército, en la OTAN y
gansadas por el estilo.
De hecho, don Santiago ha hecho gala de actuaciones ilegales
de “los que llevan” el “procés” ni más ni menos que Mas, Homs, Rigau, Forcadell
etc que pretenden, en vano, desconocer el ordenamiento jurídico al que están
sometidos y que les permite vivir a cuerpo de Rey, pero es que los citados son “de
los nuestros” y don Santiago es simplemente un catamañanas al que había que
dejar caer cuanto antes, como así se ha hecho.
¡¡Santi, Santi así te ves por tu mala cabeza, ya no serás
nunca Ministro de Justicia de tu República melonera, ni asesor de Conseller, ni
parlamentario, ni Juez… Señor, Señor que cruz de hombre¡¡.

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