Utopía es el nombre de la Isla imaginada, a principios del
siglo XVI, por Tomás Moro dotada de un sistema político, social y legal
perfecto. A buen seguro que el que fuera lord canciller de Enrique VIII tenía
facultades prognósticas y al escribir su famosa Utopía pensaba en una tierra
situada en el Noreste de la península Ibérica en el que cinco siglos más tarde su
sueño cristalizaría, una vez superado el periodo de Distopía (sociedad de
características negativas causantes de la alienación humana).
Estamos, por consiguiente, en la isla Distopía y la mitad de
sus habitantes padece alienación (Pérdida o alteración de la razón o los
sentidos).
Un politólogo escocés simpatizante del nacionalismo, Tom
Nairn, ha escrito:
“El “nacionalismo” es la patología de la historia moderna del
desarrollo, tan inevitable como la “neurosis” en el individuo, con la misma
ambigüedad esencial que ésta, una capacidad semejante intrínseca para llevar a
la demencia, arraigada en los dilemas de la impotencia que afectan a la mayor
parte del mundo (el equivalente del infantilismo para las sociedades), y en
gran medida incurable.”
Por su parte Javier Barraycoa ensayista especialista en
nacionalismos declara, con ocasión de la presentación de su novela “El último
catalán”
«El nacionalismo
actual es un metarrelato por definición dramático y censura la risa. En
Cataluña, necesitábamos abrir una ventana para que entrar aire fresco y
desdramatizar el nacionalismo. Esta es una de las intenciones de la novela: una
terapia de emergencia que necesitamos todos los catalanes y el resto de
españoles. El nacionalismo es una neurosis tóxica que se transmite con facilidad»
… En el proyecto de Artur Mas hay dosis de realidad y de ficción. «En él (tanto
el proyecto como el personaje) todo está mezclado. Este es precisamente uno de
los problemas del nacionalismo en general y de Artur Mas en particular: ya son
incapaces de distinguir la realidad de lo imaginario, lo verdadero de lo falso.
Hannah Arendt decía que esta era una de las condiciones de
los nuevos totalitarismos. Más en la medida que pretende acercarnos a su sueño
utópico, o su pesadilla mental, va alejando a los catalanes de la realidad. Me
atrevo a decir que nunca Cataluña ha estado tan descatalanizada e
irreconocible. El nacionalismo mata las naciones que pretende redimir».
Hannah Arendt,
estudiosa del totalitarismo escribe que
“La fuerza que posee la propaganda totalitaria -antes de que
los movimientos tengan el poder de dejar caer telones de acero para impedir que
nadie pueda perturbar con la más nimia realidad la terrible tranquilidad de un
mundo totalmente imaginario- descansa en su capacidad de aislar a las masas del
mundo real.
La razón por la que los regímenes totalitarios pueden llegar
tan lejos en la realización de un mundo ficticio y trastornado es la de que el
mundo exterior no totalitario, que siempre comprende una gran parte de la
población del mismo país no totalitario, incurre también en el error de
confundir sus deseos con realidades y elude la realidad frente a la auténtica
locura de la misma manera que las masas la eluden frente al mundo normal. “
Si a la mezcla de irracionalismo, racismo, supremacismo y
demás adornos con que se engalana el
nacionalismo le sumamos características personales de sus voceros,
principalmente el pesebrismo o mamandurria nos resultan memeces como las
siguientes:
En un programa televisivo emitido el 19-10-14 ese lumbreras
que responde al nombre de Oriol Junqueras -también conocido como Junqui,
Quasimodo, Adonis etc-, descendiente directo del neandertal de la cueva del
Gigante de Sitges sostiene que
“Si los ciudadanos catalanes toman la responsabilidad de sus
propias decisiones le iría mejor a Catalunya, por lo que incrementaría la
actividad económica catalana y, por consiguiente, la economía de sus socios
como España podría mejorar".
Las falacias contenidas en la frase son de manual. Junqui no
aporta prueba alguna que acredite que los ciudadanos catalanes son mejores
administradores de la “cosa pública” y en cualquier caso la actividad económica
no depende exclusivamente del talante de los gestores públicos, salvo en el
nazismo y en el comunismo y desde luego una Cataluña independiente tendría
mucha menor actividad económica que en la actualidad ya que perdería mercados
por razones arancelarias, económicas y sociopolíticas. La prepotencia del ignorante Junqueras
provoca alipori.
Otro que tal baila es Ferran Mascarell, nacionalista tránsfuga
desde el Partido Socialista, historiador aficionado que se limita a imputar a
la sociedad española las lacras que padecen los catalanes. Vean:
"Partimos de que el problema principal que tiene la
sociedad española es la baja calidad de su Estado, que además ha ido
empobreciéndose en los últimos 20 años después del salto que se dio en los
primeros años del posfranquismo", explica Mascarell en su despacho. Insiste en que en
España se ha enquistado un sistema que es "la suma de intereses entre las
direcciones de los partidos políticos y altísimos funcionarios de la
Administración pública" y que es imposible de reformar sin una
implosión como la que supondría la independencia de Cataluña.
"La posible salida de Cataluña significaría refundar el
Estado español, que es justo lo que necesitan los españoles. Necesitan un
Estado refundado de mayor calidad, que no esté destinado a la preservar la
unidad sino a ofrecer bienestar. Los estados contemporáneos no se justifican
por su unidad, sino por su capacidad de dar bienestar a los ciudadanos en lugar
de instalarse en conceptos abstractos y sin contenido", argumenta.
"Los españoles también tienen mucho que ganar con la
independencia de Cataluña". La frase resume el mensaje que la Generalitat presenta en
Madrid estos días, calentando motores argumentales para el clima que se vivirá
este otoño, fecha en la que tienen pensado celebrar un referéndum vinculante.
El delegado del Govern en la capital de España, el exsocialista Ferran
Mascarell, tiene en fase de correción un libro ('Lo que nos estamos perdiendo')
que versa precisamente de eso. Y el propio Centro Cultural Blanquerna organizó
este invierno un encuentro para debatir la idea.
La tesis va un paso más allá, al enfatizar la hermandad
"entre ambos pueblos" como un argumento proindependentista. "Parto
de la idea de que entra la sociedad española y la catalana no hay un problema
de fondo, no hay un problema cultural, no hay un problema social de ninguna
naturaleza, sino un problema político. En cuanto resolvamos el problema
político habrá más cooperación entre las gentes de Cataluña y España. ¿Por qué
no somos capaces de pensar en todo lo que tenemos en común y todo lo que nos
conviene hacer conjuntamente?", se pregunta Mascarell.
El discurso es idéntico: supremacismo, paternalismo, sofismas,
medias verdades, mendacidades sin número.
¡¡Locos de atar¡¡.
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