El etnocentrismo es sin duda una, si no la principal,
característica del nacionalismo catalán. Entendiendo por etnocentrismo aquella
actitud del grupo, raza o sociedad que presupone su superioridad sobre los
demás y hace de la cultura propia el criterio exclusivo para interpretar y
valorar la cultura y los comportamientos de esos otros grupos, razas o
sociedades. Detrás de esa pretendida superioridad late un profundo complejo de
inferioridad al que me he referido en ocasiones, pero para lo que aquí interesa
baste señalar que todo nacionalismo comporta la práctica desaparición de la
individualidad: el sujeto adquiere su
verdadera dimensión en el clan, la tribu, la nación y éstas, o lo que se cree
que son, proporcionan apoyo y sostén para al individuo enajenado al que el
grupo le ha anulado la personalidad.
Una muestra práctica de esa enajenación con fuga de personalidad
es la entrega total a “la causa” -nación, patria, tierra, cultura, lengua etc-
entrega que es performativa y que conlleva renuncia a valores ideológicos,
políticos, religiosos, sociales etc. Veamos un ejemplo:
El 16 de abril de 1916, lunes de Pascua, un considerable
grupo de irlandeses se alzaron en armas contra el poder británico. No es
momento de traer a colación la historia de aquellos años y quedémonos con el
hecho del triunfo parcial de los insurgentes -comandado por E. de Valera hijo
de un español- que consiguieron expulsar a los británicos de la mayoría de los
condados, quedando únicamente el Ulster como parte del Reino Unido.
Se ha escrito sobre los aspectos políticos y sociales de la
Revolución Irlandesa cuya cúpula dirigente eran socialistas, republicanos etc
hasta que el Ejercico Republicano Irlandés llegó a un acuerdo con la Alemania
de Hitler en 1940 para que los nazis invadieran Irlanda del Norte con 50.000
soldados, a los que se unirían 5.000 activistas del Ejército Republicano
Irlandés (IRA). Esta operación, conocida secretamente como «Plan Kathleen», fue
uno de los intentos de los nazis de sacar provecho de la disposición del IRA a
firmar un «pacto con el diablo» con el fin de conseguir su deseada unidad de la
isla. De haberse producido la invasión y triunfado es fácil imaginar que
hubiera pasado con los intentos de autodeterminación de Irlanda. “La causa”
ciega a las mentes más lúcidas.
Hay otros ejemplos de Movimientos Políticos que pretenden la liberación
de su territorio con la ayuda desinteresada, por supuesto, de terceros que
están en sus antípodas ideológicas. El resultado siempre es el mismo.
Todo lo anterior viene a cuento de la postura adoptada por
los representantes de Movimiento Nacional Catalán respecto del doctorando en
genocidio Donald Trump y demás miembros de la Internacional Populista: El
polaco Jaroslaw Kaczynski, el húngaro Viktor Orbán, Nigel Farage, líder del Partido de la
Independencia de Reino Unido (UKIP), Geert Wilders , holandés, M. Le Pen francesa,
etc.
Permanezcan atentos a los movimientos de estos demócratas de
toda la vida porque nos van a hacer reír con sus piruetas.
En una de sus primeras entrevistas ya como presidente electo,
Donald Trump respondía así a la pregunta ¿Apoyaría su administración la secesión
de regiones europeas como Cataluña?:
“No. Para encarar los desafíos hay que permanecer unidos.
Europa tiene problemas que requieren gobiernos fuertes. Dijimos en la campaña
que Estados Unidos no debía terminar como Alemania ni como otros países europeos
donde hay problemas con los yihadistas. No creemos que estos problemas puedan
solucionarse debilitando y dividiendo a los países. Eso sería un desastre.”
Como el “nota” este de Trump es otro trilero, especialista en
desdecirse, no me extrañaría que para debilitar a Europa fomentara movimientos
insurreccionales o así se lo hiciera creer a estos “pardillos”. Wait and see.
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