lunes, 14 de noviembre de 2016

Mentiras, necedades y maldades.






Uno de los debates intelectuales más interesantes de los últimos 50 años fue el protagonizado por John Rawls y Jurgen Habermas sobre el Liberalismo político y los principios normativos de los sistemas democráticos. Debate de gran altura y que oportunamente publicó Paidos y cuya lectura recomiendo. 
Hoy quiero referirme únicamente a la figura del filósofo usamericano John Rawls, fallecido a principios de este siglo. Autor prolífico que dedicó la mayor parte de sus escritos a La Justicia y al Liberalismo Político.
Escribir sobre Justicia implica, necesariamente, tratar del “Derecho injusto"  y  de “La desobediencia civil” y en efecto Rawls establece, con claridad meridiana el cuándo, el cómo y las consecuencias del ejercicio de ese “derecho” a incumplir normas que sean injustas.
Recordé a Rwals ayer al recibir las primeras informaciones sobre la concentración de apoyo a los cargos públicos “investigados” por la presunta comisión de acciones u omisiones tipificadas como delito en el Código Penal, concentración organizada por entidades subvencionadas con fondos públicos que sirvieron para fletar 200 autobuses para que las gentes del Medio Oeste Catalán vinieran a pasar el domingo a “Can Fanga” y degustar los bocadillos preparados al efecto. Igualito que cuando lo de Franco.
La concentración fue una prueba palpable de que el “procès” hace aguas ya que si se tienen en cuenta las informaciones más objetivas, el número de asistentes no sobrepasó la cifra de 20.000 y si descontamos los 12.000 que vinieron “gratis total” en autobús, la repercusión en el “cap y casal de Catalunya” fue mínima. Es evidente que esta historia del “procès” es cosa de pueblerinos.

Concluidos los cánticos de rigor los organizadores reiteraron anteriores declaraciones para consumo interno, para animar a la tropa. Veamos.

El presidente del ANC, Jordi Sánchez: "Saldremos nuevamente a la calle, cuando haga falta, donde haga falta y los días que haga falta".
"No nos quedaremos indiferentes cuando lleven a juicio a Mas y a los miembros de su Govern. No nos quedaremos quietos cuando el TSJC intente sacar a nuestra presidenta del Parlament",
"Tenemos que decidir si nos rendimos o seguimos hasta el final. Desde (sic)  la ANC, lo haremos", ha asegurado Jordi Sánchez.

"El Gobierno del Estado español nos quiere divididos, y no lo conseguirán", ha añadido el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart.

"Este proceso empezó con la fuerza de la gente y tiene que acabar con la fuerza de la gente", ha subrayado la presidenta de la AMI, Neus Lloveras., que ha añadido "Hemos luchado de manera pacífica durante 6 años por conseguir el objetivo. Ahora estamos en la recta final".
Y como colofón  de memeces, las de Artur Mas que en declaraciones a los periodistas, ha garantizado que se seguirán "jugando la piel" por el proceso soberanista y ha subrayado que él, cuando estuvo al frente del Govern, no desobedeció, sino que obedeció "al pueblo de Cataluña". Mas ha agradecido a las personas que se han concentrado en la avenida de María Cristina de Barcelona: "No desfalleceremos, continuaremos adelante, sabemos la importancia de lo que estamos haciendo, nos dejaremos la piel para que este país pueda ir adelante ahora y en el futuro", ha expresado. El expresidente ha afirmado que "desobedecer" le suena a una "música sobrera" y ha subrayado que él, al organizar la consulta del 9-N, no tenía voluntad de "desobedecer, sino de obedecer la voluntad del pueblo de Cataluña".
Artur Mas es un juguete roto, intuye que se equivocó al dar un “paso al lado” y poner a su machaca Puigdemont y dimitir como Diputado. Ahora no tiene cobertura de ninguna clase y debe estar pesaroso por haberse declarado único responsable del quilombo de 9-N y soportar que el malvado Estado Español le “perdone la vida” no imputándole delitos que lleva implícita la pena de prisión y es por ello que no quiere, ahora, asumir que desobedeció al Tribunal Constitucional.
Traigamos ahora a Rawls para que nos ilumine:
Rawls define la “desobediencia civil”  como un acto público, nunca puede ser clandestino ni esconderse ante la ley; no violento, pues si se emplea la violencia perderá fuerza moral ante la sociedad y el estado; consciente, pues debe ejercerse en conciencia y con plenas facultades; político, porque se ejerce para cambiar un programa de gobierno; contrario a la ley, porque pretende cambiar la ley que se cree injusta; que asuma las consecuencias legales que se deriven, pues aunque se rechaza la ley se está dispuesto a asumirla.
En lenguaje canallesco, hay que echarle un par de cojones y asumir las consecuencias de sus actos, el resto es “fullaraca” que se agita para ocultar la evidencia de la cobardía y la miseria moral del personaje que recuerda al Capitán Araña, el que embarcaba a la gente y se quedaba en tierra.


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