¿Recuerdan la película que se anunciaba en el “papel de mano”
que reproduzco?.
Es una de mis “películas de culto” -la primera de todas “Amarcord”,
de Fellini-. La Jornada particular que da nombre a esta obra de arte es la del día
6 de mayo de 1938, fecha en que el Führer visitó en Roma al facha del Duce y el
recibimiento que éste organizó. Los romanos, de forma espontánea, como no podía
ser de otra manera, acudieron en masa a recibir al paranoico megalómano de
Adolf Hitler. Bueno, todos no, en casa, en sus respectivas casas se quedaron
Sofía y Marcello, Marcello y Sofía. La historia humana que narra con precisión
la película es tan buena o mejor que la política en la que el protagonista es,
como en las tragedias griegas, el Coro, las voces de los orates del fascio que
como horizonte de perros ladran muy lejos del Tiber, si se me disculpa el
plagio a Federico.
Vuelvan a verla o véanla por vez primera y entenderán los porqués
de mi aversión profunda a cualquier forma de nazi-fascismo aunque se presente
como pacífico y democrático ¿Y cuál no?
Todo apunta que vuelven -si es que se fueron- por sus fueros
y espero que haciendo bueno el aserto de Marx (La historia se repite dos veces,
la primera como tragedia, la segunda como farsa) la bufonada sea mayúscula.
No obstante lo anterior y por si acaso, parece conveniente y
necesario saber “de qué van” este atajo de descerebrados y para contribuir,
siquiera sea modestamente, al conocimiento del nuevo modo de “venta de
motocicletas” que utilizan, me propongo traer aquí algunos textos fundamentales
-es un decir- sobre populismo.
“La construcción discursiva de identidades populares” es el
sugerente título (construcción… identidades…)
de un artículo de Iñigo Errejón Galván, tipo listo donde de los haya y
por esa razón, peligroso. Observémoslo de cerca:
Sostiene Errejón jr. que la dicotomización del espacio
político, la interpelación al pueblo como única fuente de legitimidad del poder
político y el papel central de un liderazgo carismático son los rasgos
esenciales del populismo. Analicemos esta propuesta.
Dicotomizar es palabra que aún no figura en el DRAE pero el
Diccionario del Español Actual de Seco nos dice que Dicotomía es toda división
en dos elementos o partes cuando estos
son opuestos o netamente diferenciados por lo que Dicotomización del espacio
político no es otra cosa que la existencia, teórica, de dos grupos antagónicos
que pugnan por sus intereses grupales. En principio “nada nuevo bajo el sol”. Marx a mediados del XIX ya estableció dos
grupos, en función de la titularidad o no de los medios de producción: Burgueses
y proletarios. Para no caer en el determinismo que tanto rechazaba introdujo
elementos teóricos para “afinar” esa adscripción: La conciencia de clase, por
ejemplo y sus correlatos “clase en sí” y “clase para sí”.
Marx escribió cuando el sector secundario de la economía
estaba emergiendo, aunque en la mayoría de Europa eran países eminentemente agrícolas.
El sector terciario o de servicios era mínimo y en cualquier caso servía de
apoyo para el desarrollo de la infraestructura económica.
El capitalismo fue mutando y de comercial o mercantil pasó
a industrial y más tarde a financiero
pasó a financiero. Le sucedió el tecnológico y andamos en la etapa de la
globalización, donde aparecen restos de las etapas anteriores, en función del
nivel de desarrollo de los distintos países.
Con el desarrollo del capitalismo industrial, del financiero
y del tecnológico aparecieron grupos socio-profesionales que si bien no eran
dueños de los medios de producción tampoco podían ser considerados -por razón
de sus ingresos- como proletarios.
Se multiplicaron los partidos políticos, representantes de
los distintos grupos -que no clases- sociales y el panorama político-social se
hizo complejo y aquella aseveración marxista de “Se piensa como se vive, no se
vive como se piensa” dejó de ser asertiva.
La derecha, sus voceros, anunciaron el final de las
ideologías: ya no existen derechas ni izquierdas, todos estamos en el mismo
barco y en estas estamos cuando llegan los populistas hablando de
transversalidades, de “políticas de país” de “los de arriba y los de abajo”
(división adecuada para el fornifollicio y poco más) y de construir sujetos
políticos “sin pertenencia material compartida” y otras sandeces, sobre las que
volveré luego que se me ha hecho tarde.

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