En el disparatado y delirante camino emprendido por las
clases y grupos dirigentes de la sociedad catalana denominado “procès” (pronúnciese
“pruses”) hacia la independencia, llevando del ronzal a una masa informe de
indocumentados, se ha generado un lenguaje para iniciados que
es menester desentrañar. No se trata de neologismos, no, no es un neolenguaje,
es más simple: se le da un sentido a las palabras distinto al que han tenido
hasta ahora.
No es asunto nuevo – el viaje hacia el totalitarismo
emprendido en muchos países durante el siglo pasado está plagado de ejemplos- y
mucho menos pacífico, aunque ahora no sea el momento de profundizar en la
cuestión. Baste, a modo de introducción, traer a colación una situación
descrita por Lewis Carrol en su famosa obra Alicia en el país de las
maravillas:
Cuando yo uso una
palabra – dijo
Humpty-Dumpty con un tono burlón – significa
precisamente lo que yo decido que signifique: ni más ni menos.
– El problema es – dijo Alicia – si usted puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas
diferentes.
– El problema es – dijo Humpty-Dumpty – saber quién es el que manda. Eso es todo.
La palabra que no se cae de la boca de estos aventureros es
Democracia. Así hablan, sin pudor ni rubor alguno, de “Mandato democrático” de “Revolución
de las sonrisas” o de “Proceso soberanista pacífico, democrático y
multitudinario” etc.
Está acreditado, históricamente, que ningún Golpe de Estado
nazi-fascista ha dejado de enarbolar la bandera de la democracia y de su
defensa para justificarse y en eso
estamos.
“Mandato democrático” aparece formalmente en 27 de octubre de
2015, con la presentación en la mesa del Parlamento autonómico de Cataluña por
Junts pel Sí y Candidatura de Unidad Popular (CUP) de una propuesta de
resolución para iniciar un proceso de secesión del resto de España, donde, en
apenas dos páginas, esta frase aparece hasta en tres ocasiones:
«De acuerdo con el mandato democrático obtenido el 27 de
septiembre, los grupos parlamentarios abajo firmantes presentan esta propuesta
de resolución. […] El Parlamento de Cataluña: PRIMERO.- Constata que el mandato
democrático obtenido en las pasada elecciones del 27 de septiembre de 2015 se
basa en una mayoría de escaños de las fuerzas parlamentarias con el objetivo de
convertir a Cataluña en un estado [sic] independiente y con una amplia mayoría
soberanista en votos y escaños que apuesta por la apertura de un proceso
constituyente no subordinado. […] NOVENO.- Declara la voluntad de inicio de
negociaciones para hacer efectivo el mandato democrático de creación de una
estado [sic] catalán independiente en forma de república y, asimismo, lo pone
en conocimiento del Estado español, de la Unión Europea y del conjunto de la
comunidad internacional».
A estos vividores se les olvida algo fundamental: El mandante (El Parlament constituido al amparo de lo dispuesto en la Constitución Española y en el Estatuto de Autonomía) carece de competencias para mandatar a nadie a los fines previstos en la Resolución transcrita más arriba. Su mandato es nulo de pleno derecho, no forma parte del ordenamiento jurídico y, por tanto, no sirve como coartada para todo tipo de desmanes, oi?
Lo de la "Revolución de las sonrisas" es cosa de un sujeto que
no ha sonreído, afortunadamente y por razones estéticas, nunca: Agustí
Colomines, uno de los ideólogos del Régimen, sujeto mendaz pero que tuvo la
valentía de declarar que “El derecho a decidir es una chorrada que nos
inventamos para no decir lo que es: derecho a la autodeterminación”. ¡¡Bravo Agustí¡¡.
Sobre el carácter pacífico del proceso soberanista del que
tanto blasonan ya he tenido ocasión de referirme en alguna otra ocasión. Es un
claro ejemplo de la conocida frase hecha “Hacer de la necesidad virtud” y, por
otro lado, guarda relación con el nivel de testosterona de estos osados revolucionarios
en horario de oficina notarial.
Tratar de vincular la secesión a la democracia es una osadía
inadmisible. Veamos:
No voy a entrar al trapo de la distinción de dos tipos de
nacionalismos, el cívico y el étnico. El nacionalismo no es como el colesterol
que hay uno bueno y otro malo; no, el nacionalismo, en la práctica, confunde los dos planos. Es más, el uno
conduce al otro inexorablemente: Si se tiene una “cultura” diferente y
diferenciada es porque “semos” diferentes y ¿conocen Vdes a alguien que se
considere diferente a los demás y al mismo tiempo peor que el resto? No, el “diferente”
es superior por definición y esa superioridad corresponde a circunstancias
bio-genéticas o dicho en roman paladino: étnicas y un nacionalismo étnico no es
otro que el que entiende que el concepto Nación lleva incorporado el derecho a
la autodeterminación, derecho que se ejercerá tantas veces como sea necesario
hasta conseguir la separación/secesión. Lo del recurso a la “democracia” no
pasa de una artimaña para quedar bien con los incautos que abundan y vivaquean
en los campamentos de la izquierda.
Desde 1812 en que se aprobó la primera de las Constituciones
españolas (El Estatuto de Bayona no merece tal calificativo) han transcurrido
más de 200 años. Cambios de Sistema, Monarquías, Repúblicas, Dictaduras y un
considerable número de textos Constitucionales: casi todos de vida efímera,
salvo el vigente que ha servido para intentar dar satisfacción a intereses distintos
de este País invertebrado. Al amparo de ese Texto Magno se ha vivido un
auténtico salto cualitativo en el desarrollo económico-social no obstante lo
cual las diferencias sociales y económicas son abismales. Procede, es urgente,
la modificación del texto legal que ha constitucionalizado, por primera vez, derechos
sociales y civiles, ahora toca los económicos y tantas otras cosas entre ellas
la de formación de demócratas desde la
primera enseñanza para que las nuevas generaciones no se dejen embaucar por
vendedores de humo a los que cualquier cesión confirmará en su estrategia de
fomento del odio y otras formas de irracionalismo.
Seguirá……
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