sábado, 29 de octubre de 2016

Secesión y democracia

En el disparatado y delirante camino emprendido por las clases y grupos dirigentes de la sociedad catalana denominado “procès” (pronúnciese “pruses”) hacia la independencia, llevando del ronzal a una masa informe de indocumentados,   se ha generado un lenguaje para iniciados que es menester desentrañar. No se trata de neologismos, no, no es un neolenguaje, es más simple: se le da un sentido a las palabras distinto al que han tenido hasta ahora.
No es asunto nuevo – el viaje hacia el totalitarismo emprendido en muchos países durante el siglo pasado está plagado de ejemplos- y mucho menos pacífico, aunque ahora no sea el momento de profundizar en la cuestión. Baste, a modo de introducción, traer a colación una situación descrita por Lewis Carrol en su famosa obra Alicia en el país de las maravillas:

Cuando yo uso una palabra – dijo Humpty-Dumpty con un tono burlón – significa precisamente lo que yo decido que signifique: ni más ni menos.
– El problema es – dijo Alicia – si usted puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
– El problema es – dijo Humpty-Dumpty – saber quién es el que manda. Eso es todo.

La palabra que no se cae de la boca de estos aventureros es Democracia. Así hablan, sin pudor ni rubor alguno, de “Mandato democrático” de “Revolución de las sonrisas” o de “Proceso soberanista pacífico, democrático y multitudinario” etc.

Está acreditado, históricamente, que ningún Golpe de Estado nazi-fascista ha dejado de enarbolar la bandera de la democracia y de su defensa  para justificarse y en eso estamos.

“Mandato democrático” aparece formalmente en 27 de octubre de 2015, con la presentación en la mesa del Parlamento autonómico de Cataluña por Junts pel Sí y Candidatura de Unidad Popular (CUP) de una propuesta de resolución para iniciar un proceso de secesión del resto de España, donde, en apenas dos páginas, esta frase aparece hasta en tres ocasiones:

«De acuerdo con el mandato democrático obtenido el 27 de septiembre, los grupos parlamentarios abajo firmantes presentan esta propuesta de resolución. […] El Parlamento de Cataluña: PRIMERO.- Constata que el mandato democrático obtenido en las pasada elecciones del 27 de septiembre de 2015 se basa en una mayoría de escaños de las fuerzas parlamentarias con el objetivo de convertir a Cataluña en un estado [sic] independiente y con una amplia mayoría soberanista en votos y escaños que apuesta por la apertura de un proceso constituyente no subordinado. […] NOVENO.- Declara la voluntad de inicio de negociaciones para hacer efectivo el mandato democrático de creación de una estado [sic] catalán independiente en forma de república y, asimismo, lo pone en conocimiento del Estado español, de la Unión Europea y del conjunto de la comunidad internacional».


A estos vividores se les olvida algo fundamental: El mandante (El Parlament constituido al amparo de lo dispuesto en la Constitución Española y en el Estatuto de Autonomía) carece de competencias para mandatar a nadie a los fines previstos en la Resolución transcrita más arriba. Su mandato es nulo de pleno derecho, no forma parte del ordenamiento jurídico y, por tanto, no sirve como coartada para todo tipo de desmanes, oi?

Lo de la "Revolución de las sonrisas" es cosa de un sujeto que no ha sonreído, afortunadamente y por razones estéticas, nunca: Agustí Colomines, uno de los ideólogos del Régimen, sujeto mendaz pero que tuvo la valentía de declarar que “El derecho a decidir es una chorrada que nos inventamos para no decir lo que es: derecho a la autodeterminación”.  ¡¡Bravo Agustí¡¡.

Sobre el carácter pacífico del proceso soberanista del que tanto blasonan ya he tenido ocasión de referirme en alguna otra ocasión. Es un claro ejemplo de la conocida frase hecha “Hacer de la necesidad virtud” y, por otro lado, guarda relación con el nivel de testosterona de estos osados revolucionarios en  horario de oficina notarial.

Tratar de vincular la secesión a la democracia es una osadía inadmisible. Veamos:

No voy a entrar al trapo de la distinción de dos tipos de nacionalismos, el cívico y el étnico. El nacionalismo no es como el colesterol que hay uno bueno y otro malo; no, el nacionalismo, en la práctica,  confunde los dos planos. Es más, el uno conduce al otro inexorablemente: Si se tiene una “cultura” diferente y diferenciada es porque “semos” diferentes y ¿conocen Vdes a alguien que se considere diferente a los demás y al mismo tiempo peor que el resto? No, el “diferente” es superior por definición y esa superioridad corresponde a circunstancias bio-genéticas o dicho en roman paladino: étnicas y un nacionalismo étnico no es otro que el que entiende que el concepto Nación lleva incorporado el derecho a la autodeterminación, derecho que se ejercerá tantas veces como sea necesario hasta conseguir la separación/secesión. Lo del recurso a la “democracia” no pasa de una artimaña para quedar bien con los incautos que abundan y vivaquean en los campamentos de la izquierda.

Desde 1812 en que se aprobó la primera de las Constituciones españolas (El Estatuto de Bayona no merece tal calificativo) han transcurrido más de 200 años. Cambios de Sistema, Monarquías, Repúblicas, Dictaduras y un considerable número de textos Constitucionales: casi todos de vida efímera, salvo el vigente que ha servido para intentar dar satisfacción a intereses distintos de este País invertebrado. Al amparo de ese Texto Magno se ha vivido un auténtico salto cualitativo en el desarrollo económico-social no obstante lo cual las diferencias sociales y económicas son abismales. Procede, es urgente, la modificación del texto legal que ha constitucionalizado, por primera vez, derechos sociales y civiles, ahora toca los económicos y tantas otras cosas entre ellas la de formación  de demócratas desde la primera enseñanza para que las nuevas generaciones no se dejen embaucar por vendedores de humo a los que cualquier cesión confirmará en su estrategia de fomento del odio y otras formas de irracionalismo.


Seguirá……

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