lunes, 1 de agosto de 2016

Golpe de Estado "a la catalana" (V) La falacia como método de razonamiento.

Me he referido varias veces en estas reflexiones a que tanto la religión como el nacionalismo son manifestaciones del pensamiento metafísico, del idealismo o más concretamente del irracionalismo. "Asalto a la Razón" es precisamente el título de una de las obras principales de G. Luckás donde describe el camino del pensamiento (sic) irracional hasta su culminación en el Nazismo. Unicamente cuestiones geopolíticas y/o económicas impiden que los nazifascismos que nunca desaparecieron del todo  vuelvan por sus fueros. La ideología subyacente en  el Glorioso Movimiento Nacional Catalán en el partido de Le Pen,  en el Partido de la Libertad austriaco, del PVV holandes, Donald Trump et allii es la misma: el totalitarismo. (Imprescindible leer a Hanah Haren).

"El término irracionalismo designa genéricamente a las corrientes filosóficas que privilegian el ejercicio de la voluntad y la individualidad por encima de la comprensión racional del mundo objetivo", nos enseña la Wiki sobre esa corriente de pensamiento y es por ello que los nacionalistas ignoran la Lógica o ciencia formal que estudia los principios de demostración e inferencia válida y así  como el objeto de estudio de la química es la materia, el de la lógica es la inferencia, proceso por el cual se derivan las conclusiones a partir de premisas. Si los nazionalistas tuvieran presente esta sencillo procedimiento para analizar la realidad dejarían de serlo pero algunos, de forma contumaz recurren a un tipo de argumento lógico denominado falacia (del latínfallacia, ‘engaño’) es un argumento que parece válido, pero no lo es. Algunas falacias se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención debido a descuidos o ignorancia. En ocasiones las falacias pueden ser muy sutiles y persuasivas, por lo que se debe poner mucha atención para detectarlas.
El que un argumento sea falaz no implica que sus premisas o su conclusión sean falsas ni que sean verdaderas. Un argumento puede tener premisas y conclusión verdaderas y aun así ser falaz. Lo que hace falaz a un argumento es la invalidez del argumento en sí. De hecho, inferir que una proposición es falsa porque el argumento que la contiene por conclusión es falaz es en sí una falacia conocida como argumento ad logicam.
El estudio de las falacias se remonta por lo menos hasta Aristóteles, quien en sus Refutaciones sofísticas identificó y clasificó trece clases de falacias. Desde entonces, cientos de otras falacias se han agregado a la lista.

Valga este largo prólogo como introducción a la refutación de las últimas declaraciones perpetradas por nuestra vieja conocida la Srª Munté Fernández, Consejera de Presidencia en el Gobierno de ese lumbreras apellidado Puigdemont. Veamos que dice nuestra amiga del alma:

"Neus Munté, consejera de la Presidencia del Gobierno catalán, ha mostrado hoy su estupor ante la decisión del Gobierno central de alentar la vía penal contra Carme Forcadell tras la aprobación de las conclusiones del proceso constituyente que impulsan la vía independentista. "Sería inadmisible e inaudito que una presidenta del Parlament escogida fuera apartada de sus funciones por un determinado tribunal", ha afirmado la consejera.
En una comparecencia urgente en el Palau de la Generalitat, Munté ha subrayado que el Ejecutivo de Carles Puigdemont no es capaz de entender que el Gobierno central ignore "un clamor" y no ofrezca "ninguna respuesta, reacción, palabra o planteamiento democrático: solo amenazas y recurso de los tribunales". La también portavoz ha avisado de que la hoja de ruta soberanista sigue "intacta". "Estamos al lado de la presidenta y de la Mesa. Pero no se trata de decisiones personales sino que responden a centenares de miles de personas que votaron en las urnas", ha alegado en alusión a los dos millones de electores que el 27-S votaron opciones independentistas."

Afirma la Srª Munté que una Resolución del TC sería "inadmisible". No nos dice quién o quiénes  no la admitirían, en cualquier caso el adjetivo está fuera de lugar toda vez que el articulo 87 de la Ley Reguladora del TC establece que "todos los poderes" públicos están obligados al cumplimiento de lo que el Tribunal resuelva y, añado yo, a soportar las consecuencias derivadas de la desobediencia. Añade la Srª Munté que sería "inaudito" que "una Presidenta del Parlament escogida  (sic) fuera apartada de sus funciones por un determinado Tribunal". Lo escandaloso, lo  asombroso es que en un Estado de Derecho  las personas que ocupan cargos públicos obtenido mediante el procedimiento previsto en la Constitución, los estatutos etc ignoren esas normas. en consecuencia, la Srª Munte  recurre al manido argumento de que se deben a un mandato popular para intentar justificar sus desafueros. Estamos en presencia de un "Falacia in verecundiam": se recurre a la autoridad de un colectivos, no mayoritario, de electores para legitimar  conductas manifiestamente ilegales. Esta falacia  está emparentada con la Ad Populum, se complementan. Primero se forma un estado de opinión y luego se apoyan en ese artificio para ignorar las  normas que vienen obligados a cumplir.

Nos cuenta la Srª Munté que hay un "clamor" y que el Gobierno no da respuestas democráticas, no da nada salvo "amenazas y recursos". La Srª Munté es una absoluta ignorante manipuladora. No sabe lo que es una amenaza, la confunde con una advertencia mediante requerimiento. Veamos un Ejemplo: La Srª Munte es titular de un préstamo hipotecario y durante varios meses no atiende el pago de los vencimientos. La entidad bancaria le requiere de pago y le advierte de que si continúa con ese proceder procederá al embargo de la finca. ¿Ese escrito de Banco es una amenaza? No, en absoluto. Amenaza existe cuando el "mal" anunciado no debe ser soportado legalmente por el requerido. Está claro ¿verdad?.

Me estoy alargado en demasía  y dejo para la próxima la cuestión de la judicialización de la política.

Hasta ahora.
 

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