Ni la práctica de deportes ni la asistencia a espectáculos de
esa índole figuran entre mis dedicaciones habituales, no obstante ello voy a traer a colación un
chiste –malo, como casi todos los míos-
con referencias deportivas y que gozó de cierta popularidad a mediados
de la “década prodigiosa”. Con ocasión
del Campeonato de Europa de Futbol de 1964 se enfrentaron en la “final” la
Selecciones Española y Soviética, “final” presidida por el “invicto Caudillo”.
En una de las gradas del Estadio se encontraba un espectador que no dejaba de
jurar en arameo o en aranés o algo así, maldiciendo, por lo bajini, a los jugadores. A punto de finalizar el
partido un vecino de bancada le interrogó sobre el porqué de su irritación y
nuestro protagonista se lo explicó en certera expresión, a saber: “25 años
diciendo que venían y han venido, si,
pero a jugar al futbol”. El
sentimiento de desencanto que tenía nuestro imaginado comunista es compartido
por el que esto escribe en relación con la llegada de la “Nueva Izquierda” de
PPodemos y compañeros mártires de las famosas “confluencias” a las
Instituciones. Nada más lejos de mi intención, de mi propósito que sumarme al
coro de turiferarios de Rajoy (v.gr. Marhuenda) o plumillas con vocación de
“jabalíes” del periodismo en materia de corrupción (Inda, p.ej.) en su crítica
a esa intitulada N.I., y como ya no se
lleva eso de “compañero de viaje” de la derecha, pues eso, voy, tomo, cojo,
agarro y digo que estos “muchachos/as”,
algunos ya talluditos, han descubierto,
en política, la rueda, la sopa de ajo e incluso el Mediterráneo. Veamos.
Dejaron escrito, entre otros precursores de la Ciencia
Política, Aristóteles y Maquiavelo que “la Política es el Arte de lo Posible”. Puede no compartirse este aserto, yo, sin ir
más lejos, creo que es profundamente reaccionario y contrario a la dialéctica
hegeliana, en versión de don Karl Marx a la que luego me referiré. Empero, en un mundo en el que impera el capitalismo
especulativo en el mercado global, donde
las más sangrantes formas de explotación se han desplazado a la “periferia” del
sistema, donde la mayoría de la clase
trabajadora del primer mundo “piensa como vive, en lugar de vivir como se
piensa” si es que todavía queda alguien en el movimiento obrero que tenga
tiempo para desalienarse y tomar conciencia de la clase a la que pertenece etc.
En ese mundo, decía únicamente hay tres opciones: A) Que nada cambie y que todo
siga igual. B) Intentar practicar el “posibilismo” de la socialdemocracia y C)
La Revolución.
La opción A) debe ser desechada: la realidad social y las
historia están sometidas al devenir: el cambio, el movimiento tiene su origen
en las contradicciones de esa realidad social y desde luego no es un cambio
caótico, antes al contrario, sigue el
famoso esquema de Tesis, antítesis y síntesis. La sociedad capitalista vive
desde el segundo quinquenio del presente siglo XXI una gran crisis (tesis), la
respuesta a esa crisis no podía venir de los partidos del Sistema (la
socialdemocracia) y aparecieron los Indignados (antítesis) y ahora me pregunto
con estos “antítesis” a qué hostia de síntesis llegaremos. Resumiendo, el
cambio se impone.
En el escenario descrito más arriba no cabe el gradualismo, el posibilismo, el
intentar reconstruir el Welfare State y vuelta a reiniciar el ciclo de
retrocesos y recuperaciones, ciclo que ya imaginó el Príncipe de Lampedusa. La
opción de jugar al “posibilismo” no es de recibo: las próximas generaciones de
trabajadores del llamado primer mundo, los que tengan trabajo, habrán empezado
a “cotizar” muy tarde y para tener una pensión mínimamente digna tendrán que
jubilarse a los 80 y la alegría (el júbilo) les durará bien poco. Del resto de
trabajadores mejor no traerlos a colación por respeto a su dignidad.
¿Estos muchachos de PPodemos están por el cambio
revolucionario o pretenden integrarse en la Internacional Socialdemócrata?
Porque si es así, me quedo con el original. Cabe pensar que estamos ante un
nuevo Maquiavelo, versión de bolsillo: el famoso programa de máximos, “ser
realistas: pedid lo imposible” y en este plan para finalmente hacer lo que se
puede o “se debe” (¡Oh manes de Robespierre¡) (Errejón, muchacho, cuídate de
los Idus de Marzo y siguientes días).
Creo, nada modestamente, que para obtener el Grado en
Podemología hay que profundizar en el Nacionalismo y la mina que supone para
toda suerte de aventurerismos político-personales.
Estos días de recogimiento (no suelto el puto gripazo ni “pa”
dios) y fervor místico los dedicaré a intentar desentrañar la razón por la que
un contradios ideológico como el Nacionalismo resulta tan atractivo para gentes
a las que se les supone cierta cultura política ya que profesionalmente se
dedicaban a la enseñanza de tan apasionante disciplina.
Si aparece Errejón y queda algo de sus entrañas me pondré a
su estudio para intentar adivinar cuál será la “síntesis”, de lo que daré
cumplida cuenta en estas páginas. Interín ponedme, como siempre, a los pies de
vuestras Santas y besitos para los nenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario