martes, 22 de diciembre de 2015

Paisaje después de la batalla (Cap. I.)

El Calafate es nombre de un Restaurant argentino que se encuentra en la calle París de Barcelona al que suelo acudir. De hecho voy bastante a restaurantes argentinos e incluso, en casa, preparo cocina argentina. El restaurante toma su nombre de la ciudad homónima (¡¡toma ya tautología¡¡) de Argentina, provincia de Santa Cruz.
Me interrumpe una llamada de mi amigo Lagar: “- coño, Pepe, al grano,  déjate de preámbulos y resérvalos para la cama, ¿a dónde quieres ir a parar?- -Calla ignorante –le digo yo casi indignado- y escucha a tu maestro y aprenderás cosas importantes.
Todo sujeto que se precie  recurre a la imaginación para soportar vivir entre tanto imbécil que mora o habita por su en rededor. Así ha ocurrido siempre y fue el XIX cuando se creó unos de los mitos más famosos: el de los Mares de Sur, lugar donde refugiarse físicamente o intelectualmente para los más. Recuérdese, a este respecto, la novela de Manolo  Vázquez Montalbán.
Mi lugar mítico no es la Polinesia –plagada de usamericanos borrachos, esposas de usamericanos borrachos ataviadas con vestidos estampados de flores multicolores que realzan sus infollables culos (Berlusconi dixit), y en este plan- el mío es el glaciar llamado Perito Moreno –ya os contaré  porqué-, maravilla de la naturaleza que se encuentra a unos 80 Km de la ciudad de El Calafate y allí es donde me retiraré a esperar a la Parca. Obvio es señalar que necesitaré una casa en El Calafate.  La casa deberá tener un pequeño jardín al que se accederá desde la calle por una valla de estacas pintadas de blanco. Pues bien, hoy, luego,  más tarde, después de comer (burratta con tomates semisecos de primero y calçots en tempura con  salsa romescu de segundo,  para concluir con un trazo de tarta tatin que me quedó de anoche) y algo de siesta me sentaré en la puerta de la casa que da al jardín tomaré “Paisaje después de la batalla” de Goytisolo, D. Juan y esperaré a ver pasar el cadáver de mis enemigos.
Os dejo que “Ya suenan los claros clarines, ya viene el cortejo…” o lo que suena es  la Marcha Fúnebre de “Sigfrido” de Wagner…. No, no,  es la de la Zarzuela Bohemios del maestro Vives, el de Colbató, mejor porque así quedará todo en casa.


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