Estaba el suscrito haciéndo cálculos, imaginando hipótesis y preparándose para formular prospectivas cuando recibo la llamada de mi amigo Lagar:
- Pepe deja lo que estes haciendo, por importante que sea, aunque bien pensado a tu edad y a estas horas...,
-Lagar al grano que estoy ocupado, el pueblo espere mis análisis como la lluvia la gente de los Monegros.
-¿Has leido El País de hoy?
-Por supuesto, son las 11 de la mañana y salvo las siguientes a noches toledana a esta hora lo tengo bien leido.
-¿Te ha gustado el artículo de Francisco Morente?
-Magnífico, sin duda. Yo mismo, sin ir más lejos y mejorando lo presente no lo hubiera escrito mejor.
-Déjate de falsas modestias y reprodúcelo en esta misma entrada.
-Eso mismo pensaba hacer y haré si me dejas en paz.
-Otra cosa Pepe ¿Has pensado recopilar paridas y asnadas de el Rufián (recuerda que los antropónimos en catalán van precedidos del articulo determinado) y en su día escribir un libro sobre la vida y milagros del sujeto en cuestión.
-Buena idea, Lagar, buena idea pero.......
-Explícame tus reservas, Pepe querido.
-Verás, Lagar, toma nota.
Puede suceder lo siguiente:
1) Creyendo que un Estado con Gobierno en funciones, como el caso español, es necesariamente debil la muchachada de la CUP apoya en la Asamblea del 27/12 la investidura de Mas.
2) El 28/12 el Comité Federal del PSOE le pone las peras a cuarto a Sánchez y le impide entrar en negociaciones con Podemos.
3) La Bolsa, la Prima de Riesgo, la Troika y el sursuncorda presionan lo suyo.
4) Sánchez amenaza con dimitir y no propicia la investidura de maricomplejines y éste se ve obligado cuando las estadísticas le digan que Podemos y sus mariachis van de capa caida, esto es, cuando las buenas gentes que votaron a Pablito constaten que es el Prisionero de Zenda de una cuadrilla de zumbados para los cuales el único problema de las gentes de España es la independencia de Cataluña, luego del País Vasco, Galicia, Valencia, el cantón de Alcoy, el de Cartagena y Morgovejo, obligado, decía, a convocar nuevas elecciones.
5) Aunque el Rufian haya tomado posesión de su acta quedará inédito: las Actas del Congreso se verán privadas de las soflamas de este Tribuno de la Plebe.
6) En unas próxima elecciones aunque ERC está formada por gente muy cortita, no volverá a poner a este figura de cabeza del lista al Congreso, ya que su comtribución al aumento de votos del "cinturon rojo de Barcelona" ha sido nula o negativa.¡Peazo po0lítico el piernas este¡¡
Hay otras hipótesis que en otro momento te contare.
Va por Ustedes ese artículo de Morente.
Lo dice la historia
Interpelado por Juan Carlos Girauta (Ciudadanos) en un debate televisado
entre los candidatos catalanes en las recientes elecciones generales, Gabriel
Rufián (ERC) se reafirmó en unas declaraciones en las que había tachado de
fascistas, tal cual, a los ponentes de la constitución de 1978. Y con la
engolada solemnidad que le caracteriza, exhibió su argumento de autoridad: “No
lo digo yo, lo dice la Historia Contemporánea”. Un auténtico crack,
este Rufián. Al historiador Oriol Junqueras se le debieron de abrir las carnes
al oírlo, y más de uno se imaginó a la señora Historia Contemporánea
apareciéndose en el plató y anunciando a todo el mundo la buena nueva.
La ignorancia, como suele decirse, es muy atrevida, pero ¿quién sabe?
quizás la fórmula tiene éxito y se inaugura una nueva corriente historiográfica
catalana, el rufianismo histórico, que podría llegar a dar mucho
juego. Así, de aquí a, pongamos, diez o quince años, la Historia Contemporánea
se le volverá a aparecer a Gabriel Rufián y le revelará que, aunque el 27-S su
candidato favorito a la presidencia de la Generalitat se esforzó en convencer
al mundo (“We have won, nous avons gagné!”) de una victoria que nadie
más veía, los plebiscitos que no superan el 50% de votos favorables se pierden.
Rufián and friends reconocerán entonces, en estricta aplicación de
su método historiográfico, y aunque sea con algo de retraso, lo que todo el
mundo sabe ya hoy y Antonio Baños confesó la noche electoral: “Vam perdre,
perdimos, we lost, nous avons perdu”. Y es que, amigos,
lo dice la Historia Contemporánea: no hay mandato democrático para la
independencia, y mucho menos unilateral.
En el mundo real, bastó que el ministro Montoro cerrara por unos días el
grifo de la financiación para dejar claro qué futuro le espera a la desconexión
solemnemente aprobada en el Parlament. Andreu Mas-Colell, entre cuyos defectos
no figura la estulticia, siempre lo ha sabido, así que me imagino que cuando
oye hablar de esas cosas a Rull, Turull, Junqueras y compañía debe de pensar
cómo demonios se le ocurrió abandonar la placidez de su despacho en Harvard
para acabar embarcado en semejante chapuza: independencia por las bravas, sin
mayoría absoluta de votos ni simpatías (no digamos ya apoyos) internacionales.
No lo digo yo, lo dice la Historia Contemporánea.
Nada de esto arredra al capitán del navío que viaja hacia una Ítaca cada
vez más mitológica, aunque a sus espaldas algunos miembros de la oficialidad
respirarán secretamente aliviados si dentro de tres días la asamblea de la CUP
niega los anhelados dos votos a nuestro Ulises. Tampoco parece haber hecho
mella en los líderes juntistas que el pasado domingo se haya vuelto a constatar
que ni hay mayoría social para la independencia ni se la espera. PSC,
Ciudadanos y PP acumulan más votos y diputados que ERC y la disfrazada
Convergència. Y a estos no se les pueden sumar los de En Comú Podem porque su
gran triunfo se ha construido arrastrando, además de a antiguos votantes
socialistas, a otros muchos de la Cataluña urbana que el 27-S votaron Ciudadanos,
cuando el eje político de las elecciones fue de forma asfixiante el
nacional-identitario, lo que ahora no ha ocurrido. No hay más que ver en qué
ciudades y en qué barrios han arrasado los comunes.
A la espera de lo que tengan que decirnos la CUP y la Historia
Contemporánea, lo más sensato sería analizar los resultados del 27-S y del 20-D
desprovistos de anteojeras, y aceptar que no existe masa crítica en Cataluña
para una ruptura unilateral ni en España para el mantenimiento del status quo.
Y que sí existe una mayoría social aquí y allí que está a favor de un cambio
profundo del sistema institucional y de las políticas económicas y sociales.
Del agujero en el que estamos metidos en la cuestión territorial solo se
saldrá con algún tipo de consulta en Cataluña. Ahora bien, aunque es legítimo
pretender asaltar los cielos, los independentistas deberían calibrar si, con
las fuerzas acumuladas y con los aliados disponibles, no resultaría más
razonable aprovechar la ocasión para subir del principal al ático y esperar
allí mejores tiempos. No descarten, eso sí, que el ático resulte
suficientemente confortable como para que una mayoría de catalanes decida
quedarse en él. Al menos por una buena temporada.
Francisco Morente es profesor de
Historia Contemporánea en la UAB.
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