miércoles, 4 de noviembre de 2015

Reflexiones I.


Hasta algunos años después de que muriera Franco no me percaté, ingenuo de mí,  de que la libertad de poder acceder a la cultura que hasta entonces había estado vetada,  no era suficiente para posibilitar que la ciudadanía informada, leída, culta, en definitiva, promoviera el cambio social que parecía llevar implícito el final de lrégimen: de la Dictadura a la Democracia Parlamentaria. Es más, poco a poco desaparecieron de las pantallas el cine comprometido, de las librerías los textos sobre marxismo y ensayo político en general, el teatro se llenó de musicales,  etcétera. Llegó el desencanto. El “Sistema” controló el proceso –de hecho el franquismo era una rémora, un lastre para “el desarrollo de las fuerzas productivas”-  y  empezaba la despolitización de la juventud (música, vestimenta, comida, bebida, deportes etc anglonorteamericanos).  El espíritu crítico devino acomodaticio, el compañerismo fue sustituido por la competitividad (¡¡eres un “perdedor” se oía en muchas películas usamericanas¡¡),  los temas de conversación no eran otros que el futbol, los vehículos a motor y las vacaciones a lugares sobre los que no se tenía ni remota idea de la cultura de los aborígenes.  Gobiernos dedicados a subir un puesto en el ranking de las Potencias mundiales se olvidaron de la Cultura, de la Investigación, de formar ciudadanos para la democracia etc  y en esto vino la Globalización de la economía y se acabaron los sueños: enanos con pies de barro,  aunque eso sí, el mejor futbol que se practicaba en el mundo mundial.  Lo demás es más reciente. Casi no necesita explicitarse.
Y claro está,  cuando  este país, antes llamado España, tiene una crisis económica-política (1873, 1931, 1934, 2015)  resurge el nacionalismo catalán rampante y va, toma, agarra, coge y proclama el Estado Catalán en forma de república (melonera). El último intento, por ahora,  -fracasado el propósito de instaurar la Monarquía hereditaria con la Casa Pujol al frente (Jordi I, Oriol I, y en este plan)-  está a punto de tener lugar.  
Los nacionalistas españoles moderados son tan bobos que creian que sus colegas periféricos son tipos simpáticos, un tanto exóticos y pintorescos y que se estarían quietecitos mientras se les dejara mangonear en su respectivo territorio y como son, en el fondo,  buena gente se les transfieren las competencias nucleares del Estado de Bienestar y en concreto la Educación del personal y claro está,  los “constructores de naciones” se aplican en adoctrinar a los tiernos infantes, infantes que crecen sintiéndose seres superiores al resto de los mortales (“ si es catalán es bueno, si es bueno es catalán”, “somos lo que somos y queremos lo que queremos” y en este plan). Los infantes se hacen adolescentes, tienen ganas de gresca y la rebeldía propia de la edad se encauza convenientemente señalándoles un enemigo a batir, el responsable de todos sus males desde tiempo inmemorial.
Gentes jóvenes y de mediana edad e incluso sesentones que nunca se han ocupado de la “res pública” encuentran la  auténtica “ultima ratio” de su existencia en denostar a los autores de una Sentencia que nunca han leído, a unos gobernantes que les aplican las mismas normas que a otros gobernados de otras Comunidades cuando “ellos” es decir “nosotros” somos diferentes y de ahí “el hecho diferencial” que denominamos “nación”, término que engloba únicamente a los partidarios de una idea, de un concepto de “país”. El resto, nacidos o no aquí no forman parte de ese pueblo –elegido, sin duda, por no se sabe quién- y merecen rechazo social y, en última instancia la expulsión del territorio.
Su base intelectual plantea la sumisión de la razón a la voluntad y la acción, aplicando un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas o revanchistas, lo que conduce a la violencia (ya sea por parte de las masas adoctrinadas o de las corporaciones de seguridad del régimen) contra aquellos que el Estado defina como enemigos mediante un eficaz aparato de propaganda; todo esto aunado a un componente social interclasista y una negación a ubicarse en el espectro político (izquierdas o derechas.
El párrafo anterior no lo he escrito yo. Me he limitado a “copiar y pegar” un fragmento del texto que la Wikipedia dedica a la voz FASCISMO.
La progresía mesetaria, esa cree en “las naciones” o “los pueblos” de lo que denominan Estado Español, la que reclama negociaciones con los fanáticos nacionalistas del 3% y/o referenda (plural de referéndum) para todo quisque muestran una ceguera peligrosa: una cosa es ser antifranquista, odiar a todo lo que huela a Partido Popular, ser amante de la libertad, de la igualdad,  de la fraternidad y en este plan y otra es carecer de olfato para detectar el fascismo,  fascismo que de conseguir el poder experimentaría una mutación cuyo resultado es siempre el mismo: la violencia contra el disidente. Basta informarse un poco para saber que en el “oasis” del 3% suceden muchísimas cosas propias de regímenes totalitarios. Deberían leer a ese Maestro inolvidable que sigue siendo José Saramago y su “Ensayo sobre la ceguera”.


Continuará…

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