El titular de la Sección de Política de la edición digital del diario La Vanguardia del día 6 de mayo de 2010 rezaba así: "MONTILLA ADVIERTE A RAJOY DE UNA FRACTURA CON ESPAÑA SI EL TC EMITE UN FALLO EN CONTRA DEL ESTATUT". Entiende el Sr. Montilla que si alguno de los preceptos impugnados por los distintos recursos formulados contra el Estatuto de Autonomía de Cataluña es declarado inconstitucional se producirá una fractura entre España y Cataluña. Procede analizar tan tremendista aseveración. Primero de todo habrá que saber qué es España y qué es Cataluña para el Sr. Montilla. Mucho me temo que dada la deriva nacionalista que padece el actual Presidente de la Generalitat se haya contagiado de las más rancias esencias del nacionalismo que inspirado en la escuela escocesa del pensamiento histórico del siglo XIX sostenía que las naciones tienen espíritu, es decir que Cataluña es cosa distinta de sus habitantes, de su territorio, de su cultura etc. Dado que no existe nada llamado España no puede producirse ruptura entre algo inexistente y un ente de razón. Me explico: Cuando se dice la palabra España en realidad se está haciendo referencia al Reino de España que es nombre del Estado Español y que como sabemos todo Estado es una organización jurídica del poder político, luego lo que se pretende afirmar es que habrá una fractura en esa organización jurídica. De inmediato surge la pregunta ¿cómo se llevará a cabo dicha fractura? ¿Se proclamará el Estat Catalá como en 1934? La situación política, dominada por la problemática económica dista mucho de parecerse a la de dicha fecha y en consecuencia la afirmación del Sr. Montilla es un nuevo brindis al sol.
Cabe suponer que el Sr. Montilla entienda que la mentada fractura se produzca entre los ciudadanos de Cataluña y los del resto de España y si es así el Presidente perpetra sinécdoque en su versión retórica. Como es sabido "sinécdoque" es un tropo, una figura que consiste en coger la parte por el todo y el todo por la parte; pues bien, habrá que recordarle al Sr. Montilla que si Cataluña (el ente abstracto) se expresa por medio de sus ciudadanos, tendremos que saber si la opinión de la mayoría está en contra de que se retoque el Estatuto y para ello acudiremos a los resultados del Referendum celebrado para su aprobación en la que votó el 49% del censo, haciéndolo afirmativamente el 74%, es decir que únicamente el 36% de los ciudadanos con derecho a voto aprobó el Estatuto, lo cual no le quita legitimidad jurídica ¿y la legitimidad política, dónde queda? En cualquier caso no es de recibo invocar los pactos políticos para desconocer las competencias legales que tiene el Tribunal Constitucional y al propio tiempo contemplar la validez del Estatuto únicamente desde una óptica estrictamente normativa: las leyes o valen en todas las ocasiones o no valen nunca.
Resumiendo: un 36% de los ciudadanos con derecho a voto no es, obviamente, toda la ciudadanía y las decisiones que se sometan a la consideración de ésta carecerán de validez política si no cuentan con el apoyo de la mitad más uno de los miembros del cuerpo electoral, así al menos me lo parece.
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