Afirmar que el modo o sistema de producción capitalista es el menos malo de los conocidos a lo largo de la historia es pura obviedad, de la que se desprenden dos aseveraciones, a saber: a) que no es el único sistema y que b) es manifiestamente mejorable. Es más, cabe afirmar que es perverso intrinsecamente porque tiene como motores principales de impulso los mas bajos instintos del ser humano (avaricia, feroz competitividad, lucha despiadada por arrojar del mercado al rival, explotación de unos hombres por otros etc.) No obstante ello, y como hemos señalado, es el menos malo de los conocidos y como todo en esa vida es cuestión de grado y parece necesario y conveniente hacer un aproximación al sistema que, en última instancia, explica y condiciona la práctica totalidad de las relaciones sociales de la humanidad, el económico.
En efecto, del capitalismo manchesteriano de la Inglaterra del siglo XIX donde, por ejemplo la explotación de los trabajadores menores de edad era práctica extendida, al sistema imperante en la Unión Europea con reconocimiento de los derechos de los trabajadores, con la interdicción del trabajo de los dichos menores, la marcha por la igualdad entre hombres y mujeres en cuestiones como es salario etc. va un importante trecho. Otra obviedad: que la evolución del sistema desde aquellos tiempos remotos a la situación actual no se debe a que los empresarios, un buen día se despertaron y decidieron que había que mejorar las condiciones laborales de sus empleados. Resulta más lógico que pensar que dicha evolución tiene que ver más con las luchas mantenidas por el movimiento sindical que tanta sangre, sudor y lágrimas se han derramado para conseguir el actual Estado del bienesyar que existe, al menos en Europa. Otro de los elementos del cambio ha sido sin duda el papel del Estado que sin abandonar del todo el de garante del funcionamiento del sistema de producción capitalista utilizando sus instrumentos de reproducción (sistema educativo, policía, judicatura etc.) ha evolucionado tambien convirtiéndose en adalid de los derechos de las clases y estamentos sociales más desfavorecidos económicamente y ello por mor del sistema político que salvo el ejemplo chino es consustancial al sistema productivo a que nos estamos refieriendo, es decir, la democracia. Otra obviedad: que los propitarios de los instrumentos de producción (maquinarias, tierras, edificios etc.) son unos pocos y los asalariados son la inmensa mayoría de los ciudadanos, lo que podría hacer suponer que en unas elecciones democráticas los menesterosos siempre ganarian. Sabemos que esto no es así. el sistema tiene, como hemos apuntado mas arriba, mecanismos para formar la voluntad de las mayorias como por ejemplo, con el sistema educativo que inculca unos valores que son los de la clase dominante, lo que tampoco quiere decir que sean los unidos valores.
El papel del estado pues, ha devenido fundamental para la perpetuación del sistema y del grado de intervencionismo del mismo en las relaciones de producción habrá una mayor o menor salvaguarda de los derechos de los asalariados.
Con estos modestos mimbres podemos hacer un cesto en que analicemos someramente la crisis económica que pademos actualmente y de sus distintas salidas, pero eso será en sucesivas "entradas".
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