domingo, 11 de julio de 2010

Nacionalismo periféricos VII

Ninguna fecha mejor que la de hoy para concluir, por el momento, la serie de "entradas" sobre los nacionalismos periféricos (seguirá otra sobre el españolismo). No han transcurrido 24 horas desde que se celebró en Barcelona una gran manifestación, más de un millón de personas, en contra de la Sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña. Esa ingente cantidad de ciudadanos ejerció el democrático derecho de manifestación. Restarle importancia, minimizarla es antidemocrático y sobre todo sería un error político. Como lo es pretender que todos los manifestantes eran independentistas; son catalanes de toda clase y condición que desean mayores cotas de autogobierno y eso es absolutamente legítimo y debe ser legal, esto es, plasmado en un texto constitucional que para el que esto suscribe no puede ser otro que la Constitución de la República Federal Ibérica.
Sentado lo precedente volvamos al hilo conductor de estas "entradas": el nacionalismo. creo haber demostrado que el nacionalismo es un sentimiento y además una ideología burguesa contraria a los intereses de la clase trabajadora y media y que además incuba en su seno el huevo de la serpiente fascista lo cual no empece a que mucha gente tenga sentido de pertenencia a una comunidad con una identidad cultural y por ende lingüística, no obstante lo cual sostengo que tal clase de identidades son defendibles en la medida que los individuos quieran mantenerlas o dicho al revés: el respeto a la libertad individual y a la autonomía personal están por encima de pretendidas identidades culturales que traten de ser impuestas por imperativo de un concepto metafísico como la Patria o la nación. Es la dinámica vital subjetiva la que modela la identidad a partir de una diversa raíz cultural a la que incorporamos valores, creencias, hábitos ya que no estamos determinados por nuestro origen. Los nacionalistas, por el contrario, identifican lengua con cultura y ésta con nación envuelta en retórica metafísica (tradiciones, creencias y costumbres) de tal suerte que "el otro" en recién llegado o simplemente el que no habla la lengua denominada "propia" no pertenece a la nación, es ciudadano con derechos civiles limitados, no es de "los nuestros" y ahí aparece la xenofobia y si además pertenece a una clase social tildada de inferior, por ejemplo la trabajadora, la ideología dominante hace el resto. En este contexto hay que colocar el nacionalismo para analizarlo desapasionadamente.
Finalmente, por el momento, recordemos que el auge de los nacionalismos periférico coincide, casualmente, con crisis económicas, por ejemplo la de 1898 con la pérdida de las colonias o la actual de 2008 de la globalización de la economía financiarizada, de las desregularización de los movimientos de capitales, de la ola de privatizaciones, del neoliberalismos, de la dictadura de los mercados que ponen de rodillas a los gobiernos elegidos democráticamente. Cuando más fuerte necesitan ser los Estados para oponerse al capitalismo rampante resurgen los nacionalismos centrífugos que lo debilitan. Es cosa de locos indocumentados. Continuará.

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