Tómese cuarto y mitad de Valle-Inclán, 2 dl. de Cela, otros 2 de García Marquez, una gotas de Vargas Llosa y otras de Pablo Neruda y voila: Hernán Rivera Letelier, novelista chileno que ha conseguido el Premio Alfaguara de novela 2010 por su obra El arte de la resurrección, obra que recomiendo encarecidamente. Abstenerse meapilas y creyentes de cualquier clase y condición. Pues bien, en la dicha novela aparecen unos personajes -los patizorros-, especie de capataces de las salitreras del desierto de Atacama particularmente crueles, patibularios y desagradables y al leer me acordé de Mariano Rajoy, el capataz de la derecha ultramontana, ese inepto incapaz de vencer dialécticamente a un socialdemócrata de segunda fila como Rodriguez Zapatero, cogido en su peor momento, cuando ha hecho un giro en su política social de 180 grados, contestado por todos los restantes grupos parlamentarios y en caída libre en las encuestas de opinión. Este Rajoy piensa ganar más por los errores del adversario que por sus propios aciertos pero en política como en el futbol el que sale a no perder suele ser goleado.
¿Os habéis fijado en los desagradable de la sonrisa de Rajoy? cuando intenta sonreír le sale una mueca que nada bueno presagia. Y hablando sonrisas ¿Recordais haber visto sonreír al diputado por ICV Herrera? Vano intento, el sujeto en cuestión parece arrancado del coro de la escolanía de Montserrat. No me gustan los pavos que no sonríen o que lo hacen forzados, no se puede esperar nada bueno de ellos.
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