jueves, 24 de junio de 2010

Los crucifijos

La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española ha dado un comunicado sobre la presencia de signos religiosos en centros públicos en el que se lee :"Las sociedades de tradición cristiana no deberían oponerse a la exposición pública de sus símbolos religiosos, en particular, en los que se educa a los niños", expresan en el texto, donde advierten de que, de lo contrario, "estas sociedades difícilmente podrán llegar a transmitir a las generaciones futuras su propia identidad y sus valores". "Se convertirían en sociedades contradictorias que rechazan la herencia espiritual y cultural en la que hunden sus raíces y se cierran el camino del futuro", añaden. Es comprensible que la Iglesia pretenda continuar visibilizándose por medios de crucifijos, estatuas y otras zarandajas, les va en ello su propia existencia. En efecto, puede afirmarse que desde el Renacimiento el papel social de la Iglesia va en franca recesión, los valores del humanismo, los que dieron como consecuencia a la Revolución Francesa, las luchas sociales del siglo XIX y la secularización de las sociedades que tuvo lugar en el siglo XX caminan en aquella dirección contraria, obviamente, a la identidad y los valores de la supercheria religiosa, es más la sociedad occidental ha alcanzado el desarrollo económico, social, científico y humano luchando en contra de la cerrazón que el pensamiento (sic) religioso comporta. El futuro más halagüeño de las sociedades se alcanzará cuando éstas se secularicen por completo y, en el peor de los casos, la religión sea algo estrictamente privado, de la persona individual, sin intervención en la res pública. Que así sea.

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