lunes, 14 de junio de 2010

La reforma del mercado laboral

Ante la falta de acuerdo entre Sindicatos y Patronal sobre aspectos sustantivos de las relaciones laborales, falta de acuerdo propiciado por el Gobierno al interferir en las negociaciones anunciando que aprobaría un Decreto-Ley al respecto, lo que animaba a los representantes de la CEOE a no rebajar ni un ápice sus posiciones maximalistas, el Ejecutivo a dado a conocer un documento que contiene las lineas maestras del inmediato Decreto-Ley. En dicho documento además de las rebajas en las indemnizaciones a los trabajadores despedidos se trata de forma muy ambigua la cuestión fundamental de las relaciones entre empresarios y trabajadores: los convenios colectivos. De un lado, todo apunta a que se suprimirá la figura de derecho laboral conocida como ultraactividad de los convenios, consistente en que el que el convenio que se pretende sustituir queda automáticamente prorrogado si no hay acuerdo entre las partes, lo que permite una cierta comodidad negociadora a los sindicatos ya que, al menos, no pierden derechos hasta que haya un nuevo convenio. Todo apunta -los voceros de la derecha así lo señalan que tal derecho desaparecerá, lo que de llevarse a efecto significaría además en la práctica un proceso del desmontaje del derecho laboral y su paulatina sustitución por normas de carácter civil, al dejar al arbitrio de las empresas las condiciones contractuales que han de reemplazar a los convenios cuya vigencia ha cumplido. Y si a esto sumamos los intentos declarados por medios afines al Ejecutivo y expertos de su cuerda para flexibilizar las causas objetivas del descuelgue en los convenios, se habría infringido una derrota histórica al movimiento obrero y a las organizaciones sindicales. La gravedad del tema, que puede conllevar una vulneración del artículo 37, 1, de la Constitución, donde se garantiza el derecho a la negociación colectiva y la fuerza vinculante de los convenios es enorme y todo ello se pretende justificar señalando que se trata de acercar las negociaciones a las empresas. El cinismo es absoluto si se piensa que la inmensa mayoría de los trabajadores prestan -más bien venden- sus servicios en pequeñas y medianas empresas donde la negociación con el empresario "descolgado del convenio del sector" puede imponer sus condiciones al trabajador con mayor facilidad que si se tratase de una negociación llevada a cabo entre las cúpulas de las organizaciones sindicales y empresariales. Deseo fervientemente equivocarme aunque me temo lo peor.

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