El diario El País en su edición de hoy 31-05-2010 publica dos artículos, entre otros, que me sugiere una breve glosa. En el primero de ellos y bajo el título de "La grandeza de Zapatero", su autor, Agustín Ruiz Robledo trae a colación la dimisión del fuera Presidente de la I República Española Don Nicolás Salmerón para así evitarse tener que ratificar la condena a muerte de varios desertores de la Guerra Carlista. Piensa dicho autor que el Presidente Rodriguez Zapatero ha incurrido en flagrante contradicción e incoherencia al sostener una determinada política sobre los derechos sociales de trabajadores y pensionistas durante los dos años que dura la crisis y, presionado por los poderes fácticos, cambiarla mediante lo que se ha dado en llamar el Decretazo. Sostiene Ruiz Robledo que el Presidente "......admitiendo que los recortes son necesarios, (debiera) dimitir para que otro socialista los adopte.........Entonces sí que merecería alguna alabanza que, parafraseando a la que supo en el mausoleo de don Nicolás, podría ser ésta:"Abandono el poder para no firmar el mayor recorte de los derechos sociales de la democracia". Bonito y enternecedor aunque se olvida el referido autor de que cualquier socialista que se precie no puede estimar los recortes mentados como necesarios, que existen otras formas de enjugar el déficit, con políticas de izquierda y no como se ha hecho. Resulta evidente que el autor es de derechas aunque él no lo crea. Otro tanto sucede con el segundo de los artículos titulado "Lealtad" suscrito por Enrique Gil Calvo, otro "progre" que sostiene lo siguiente:
"¿De qué depende que quienes podrían prestar lealtad, como los sindicatos, opten por el contrario por elevar su voz, resistiéndose a contribuir al salvamento común? Cabría pensar que es por sectarismo, es decir, por falta de sentido de Estado, optando por anteponer la defensa del interés particular a la construcción compartida del interés común. Es una opción tradicional en la cultura política de nuestro país (a la que yo llamé ideología española), como ha demostrado nuestra derecha, siempre dispuesta a que el país se hunda con tal de que su rival (ayer Felipe González, hoy José Luis Rodríguez Zapatero) lo haga también. Y lo malo es que nuestra izquierda se preste a la maniobra, como demostró la huelga general de 1988 o la pinza a la griega entre José María Aznar y Julio Anguita. ¿Asistiremos ahora a otra pinza contra natura entre el Partido Popular, UGT y Comisiones Obreras?".
O el Sr. Gil Calvo es un indocumentado o piensa que sus lectores lo son. La primera de las lealtades de los sindicatos ha de ser para sus afiliados, para sus condiciones socio-laborales, por cuya mejora o al menos mantenimiento deben luchar, como hace la Patronal con respecto de sus miembros y si no hay acuerdo entre las partes y el Gobierno dicta las normas pertinentes que supongan perjuicio para los trabajadores servirá los intereses de los patronos, no de los trabajadores, no de la mayoría de los que le auparon al poder.
Esta derecha es cada día más voraz y dice más tonterías.
Es posible que pueda interpretarse así, pero yo me resisto a ser injusto con los sindicatos. Si se muestran reticentes a la reforma laboral, y se empeñan en elevar su voz en vez de prestar su lealtad, no es por sectarismo o por falta de sentido de Estado sino por algo distinto. Y es su división interna la que les obliga a rivalizar, compitiendo entre sí por ver quien levanta su voz más y mejor. Pues si estuvieran unidos, como sucede con los sindicatos alemanes y nórdicos, serían los primeros en dar lecciones de lealtad a todos los demás.

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