sábado, 10 de abril de 2010

El Catalán

En la década de los años sesenta del pasado siglo el poeta gaditano, monárquico y franquista, José María de Peman, publicó en el rotativo ABC de Madrid un artículo titulado El catalán: Un vaso de agua clara. Leí, por casualidad, ese artículo y desde entonces mi admiración por la lengua catalana no ha dejado de aumentar. Es una hermosa lengua, un gozo para el oido. Junto otras lenguas romances tiene su origen, como es sabido, en el latín y comparte con las demás esa sonoridad mediterránea que la hace inconfundible, si bien por razones extralinguísticas no se fijó hasta hace relativamente poco tiempo, en todos sus aspectos como lengua moderna y es ahí en ese proceso de puesta al día donde cabe hacer alguna crítica que en nada empaña la grandeza del idioma. Buen número de palabras del catalán moderno se han creado a parftir del castellano, traduciendo de forma harto desgarbada la palabra homónima del castellano, por ejemplo "cualsevol". A título meramente curioso, ya que no soy filólogo, dejénme que les cuente algo. Sabido es que en castellano coloquial a los hombres llamados Francisco se le denomina Paco. La explicación es bien simple: en muchas Iglesias hay cuadros de San Francisco de Asis y junto al nombre figuran las palabras Pa y Co, abreviatura de Pater Comunitatis, de ahí el alias de Paco. Otro tanto sucede con José y Pepe, en los cuadros de San Jose figura el nombre y las iniciales P.P., abreviatura de Padre Putativo o Pare Putatiu en catalán, de ahí que no se explique bien la razón por la que a los Jose en castellano se les llama Pepe y en catalán Pep, salvo que al que se le ocurrio la mutilación pretendiera aplicar la política del hecho diferencial catalán. Flaco favor le hacen a tan hermosa lengua los que quieren imponerla a la fuerza, con inmersiones improcedentes en el sistema educativo que generan rechazo. Piénsese en la política de la Generalitat repúblicana durante la cual las clases se daban por las mañanas en catalán y por las tardes en castellano en semanas alternas. Esa si es una política linguistica integradora. Personalmente no hablo catalán, allá por los años 80 del pasado siglo el Presidente de Banca catalana, digo de la Generalitat vaticinó que a finales de siglo todos los residentes en la Comunidad Autónoma de Cataluña hablaríamos catalán, por esa razón muchos decidimos esperar a despertarnos un buen día hablando mejor que Pompeu Fabra.

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