lunes, 21 de noviembre de 2016

Populismo (III)

En la anterior entrega transcribíamos una frase de Errejón que, a mi juicio, describe la filosofía política del Populismo. Dice así:

La “forma populista”, sostiene Errejón, “es aquella que reordena el campo político mediante un discurso que construye el “pueblo” como la mayoría política nucleada en torno a un grupo subalterno, y opuesta al régimen existente, o a los resabios del viejo establishment una vez conquistado el poder político. De la definición de este grupo subordinado y la naturaleza de su subordinación –económica, étnico-cultural, políticoadministrativa, etc.– dependerá pues el carácter ideológico de cada construcción populista: la naturaleza del “nosotros” y el horizonte de liberación propuesto."

Quedémonos con la idea primigenia: El “Demos”, el “Populus” ha de ser construido por un grupo subalterno, subordinado económica, étnico-cultural, politicoadministrativamente etc respecto del “Sistema” y según la clase de subordinación así será el “pueblo” que resulte.

Estos postmarxistas son auténticos descubridores del Mediterráneo. Veamos.

“Populus” en latín y “demos” en griego tienen el mismo significado en castellano: Pueblo. No obstante, hay diferencias. Mientras que en Democracia el Pueblo es un cuerpo cívico que actúa en el marco de un determinado Estado, en el Populismo caben dos lecturas, a saber: una, más conservadora que confunde populus con ethnos y el resultado es la xenofobia y el etnocentrismo y otra que tiene una concepción transversal del pueblo y desconoce las clases sociales.

De hecho, en todo populismo aparecen elementos de cada una de estas dos últimas concepciones si bien prima la que entiende que no hay clases sociales, únicamente un Pueblo que se opone al anti-pueblo formado por oligarcas, plutócratas, inmigrantes o cualquier otro grupo al que pueda denominarse “casta” todas y cada una de las cuales pretenden anular la Voluntad del Pueblo, fuente de toda legitimidad.

Obsérvese que esa despolitización que se esconde detrás de la idea de la transversalidad es la razón por la que lo movimientos populistas no esgrimen un programa claro y concreto de gobierno en las convocatorias electorales. Ya en mi precedente “entrada” invitaba a leer el programa de Podemos que es claro ejemplo de lo que vengo diciendo. El programa de referencia podía ser suscrito por cualquier centrista progresista ya que no cuestiona las causas últimas de las desigualdades sociales y sin atacar esas causas (control privado del crédito, parcialmente de la sanidad, de la enseñanza, sistema fiscal poco o nada progresivo etc) es imposible paliar esas desigualdades. Nada se dice de reformas institucionales, ni económicas, ni militares ni sobre política internacional.  ¡¡Todo sea por la construcción de un “pueblo” bueno, benéfico¡¡ ¡¡ Cuantos más seamos más nos reiremos¡

Ya tenemos el “pueblo” y ahora le insuflamos la capacidad legitimadora que permite saltarse el Ordenamiento Jurídico vigente y que contiene procedimientos para su modificación, pero se ignora esta circunstancia y se preconiza una especie de nihilismo de derechas que será encauzado por el Vicario del Pueblo: El Líder Máximo, encargado de hacer lo llamamientos emocionales que dominan cualquier forma de planteamiento racional y así soslayando el aspecto institucional de toda Democracia ponen el acento en la finalidad de la toma del poder: la protección de los menesterosos por ejemplo.

En próximas “entradas” trataré de identificar estos rasgos generales del populismo en distintos regímenes y/o partidos y países.

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