Monserrat Guibernau es una
profesora de Ciencias Políticas afincada
en Gran Bretaña aunque inequívocamente independentista. Propugna una mayor inversión
en “diplomacia” ya que, sostiene, que una
declaración de independencia sin reconocimiento internacional de las
naciones-Estado no pasaría de ser un “brindis al sol”. Ha escrito mucho sobre
las naciones sin Estado y en una de sus obras dice:
“La formación de un
movimiento nacionalista en una Nación sin Estado requiere de la existencia de
algunos intelectuales dispuestos a construir un discurso nacionalista
diferente de, y a menudo opuesto, al del Estado”.
Obvio resulta afirmar que la labor de los intelectuales autores de la Enciclopedia (Diccionario razonado de las
ciencias, artes y oficios), obra dirigida por Denis Diderot y Jean D’Alembert, que
circuló durante años por Europa y América y junto con las numerosas sociedades
de pensamiento y las logias masónicas fue la base ideológica de la Revolución Francesa
Influyó decisivamente en el sector social que propiciaba cambios importantes en
el sistema, es decir en la burguesía, que construyó sobre ella su crítica al
antiguo régimen y su modelo de estado. La Enciclopedia fue el programa de la
revolución cultural burguesa, preludio de la revolución política iniciada en
1789. Pero también influyó en la forma de gobernar de muchos monarcas europeos,
los cuales recogieron estas ideas del liberalismo y gobernaron como Déspotas
Ilustrados. Nombres como los de Voltaire, Rousseau, Montesquieu etc están
en la memoría de cualquier simple aficionado a las historia y a las ciencias
políticas.
Los tiempos han cambiado tanto que puede
hablarse del intelectual apesebrado o cuanto menos la situación es muy parecida
a la que describe Guibernau
“Los celos y la competencia entre intelectuales
son lugares comunes. Se afanan por ser más influyentes, conseguir más reconocimiento
o un puesto mejor……….. un amor genuino a la nación y el deseo de que descuelle
inspira a muchos nacionalistas en las naciones sin Estado, especialmente en
aquellos casos en que la nación se siente cultural, política y económicamente
oprimida por el Estado”.
La interesante tesis de Guibernau tiene un
punto débil: Si la pretendida nación catalana se siente cultural, política y
económica oprimida por España desde hace 300 años ¿dónde han estado los
intelectuales catalanes alzando su voz contra el expolio durante tres siglos? ¿Cuál es la razón de
que ahora hayan aparecido tantos como setas en otoño? ¿Será cosa del
Presupuesto?. ¿El capital simbólico generado por intelectuales –historiadores,
filólogos, filósofos, literatos, juristas, politólogos etc- sirve de legitimador de una opción política
partidista subvencionada con Fondos Públicos de todos los ciudadanos?
Como tiene escrito Paco Bobillo (viejo
compañero en el PSP)
“La mayoría de los intelectuales
productivos en campos intelectuales en variadas sociedades han sido, en muchos
sentidos, activa o pasiva, cultural y políticamente conformistas”.
O esta otra de H.M Enzensberger
“Los intelectuales siempre se han mostrado
muy hacendosos cuando se trata de producir odio social ………. (dada)… su
habilidad para articular la frustración y los resentimientos de sus
compatriotas”.
O como lo llamó el francés Saint Victor.”El
tesoro de odio como recurso único de un pueblo”. Tesoro de odio indisimulado que aparece en la
ponencia de clausura del simposio “Espanya contra Catalunya” de Salvador
Cardús –sociólogo de cabecera de los independentistas- que la tituló, sin rubor
ni pudor “La humniliació com a factor
desencadenant de l´eclosió independentista”.
Es innegable que en la preparación del ”Golpe”
han contribuido de forma expresa, sin ambages, los intelectuales orgánicos del
régimen pujolista, amamantados en la ubre presupuestaria. A ellos dedicaré
las próximas “entradas”.
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