sábado, 25 de junio de 2016

La corrupción (ideológica) de la izquierda III.



En mi anterior entrada sobre  la corrupción ideológica de la izquierda anunciada que en la próxima, apoyándome en la última alocución a los chilenos de Salvador Allende,  escribiría sobre alamedas transitadas por hombres libres y es que superada ya la setentena y echando la vista atrás tomo conciencia de que salvo en el territorio que abarca mi exilio interior nunca he transitado libremente por esas alamedas a que se refería D. Salvador.
En efecto, se nos murió, en la cama,  el criminal –de lesa humanidad- F. Franco. Yo tenía 31 años y vivía en Cataluña y de pronto, como setas en otoño, aparecieron cientos de miles de individuos que habían corrido delante de “los grises” y otros miles de sujetos que esgrimían  el veto del Régimen al uso público del catalán con la insana pretensión de rentabilizar “sus sacrificios”. Otros reivindicaron para Cataluña el trágico honor de haber desencadenado la Guerra Civil porque el Invicto odiaba todo lo catalán. Los demás allá, reclamándose de izquierdas, ponían todo el énfasis en cuestiones identitarias, lingüísticas, culturales etc que al 75% de la población  le importaba un ardite. Se aprobó la Constitución mediante referéndum con participación masiva del electorado catalán y en estas estábamos cuando llegó Pujol y mandó parar.
Pujol, personaje siniestro donde los haya,  instauró un Régimen de democracia formal con  varias categorías de individuos, a saber: A) Los “nuestros”, catalanes catalanistas, B) Catalanes renuentes o mediopensinistas y C) Nouvinguts o Charnegos.  Los de categoría A) serían ciudadanos de primera que nutrirían las filas de la Administración de Partido Único. Los de la clase B) pronto fueron incorporándose a las mamandurrias presupuestarias y la C) los que de forma consciente  o inconsciente sabíamos que ni cantando  El Virolai ni comiendo siete días por semana l`escudella i carn d`olla seríamos admitidos en el Reino de los diferentes, de los mejores. Una subclase de la especie  charneguil es la formada por gentes que por razones ideológicas, éticas e incluso estéticas no estábamos por integrarnos en una sociedad que ya entonces apuntaba signos inequívocos de estar formada por mucho paranoico llorón.
Cincuenta y dos años después hice el camino de vuelta y me reconforta comprobar que nadie me juzga por la lengua que hablo, por el léxico que empleo o por la ausencia de “acento” especial. No obstante sigo con preocupación lo que sucede en la región Noreste de España y si bien, a veces,  pretendo consolarme diciéndome que los fenicios son unos cobardones con niveles mínimos de testosterona incapaces de acometer acciones que les supongan mínimo riesgo, ya económico, ya físico, en otras ocasiones –pensando en tipos como Junqueras, Tardá, Rufián y otros de Esquerra que conozco- llego a pensar que en cualquier momento montan una “asonada” y hay que mandar a media docena de vehículos de tipo medio con miembros de la Guardia Civil para que repartan unas cuantas hostias y terminar con el problemilla.
Pues bien, cuando me las prometía muy felices creyendo que ahora sí podría ejercitar mi derecho al voto, nuevamente se cruza en mi camino a las urnas el nacionalismo catalán, versión Colau-Pisarello, que se apresta a apoyar a Don Pablos en su búsqueda del poder, que no del tiempo perdido, a cambio de un referéndum de nada para la autodeterminación de Cataluña. No sé cual de los tres es más idiota y/o ignorante: Ni retorciendo al máximo el esgrimido art. 92 de la Constitución se puede obtener un mínimo fundamente para esa convocatoria. He llegado a pensar que, por un lado,  Don Pablos comparte mi tesis y busca, siempre busca, engañarlos y el par de artistas hace lo propio para obtener un resultado que consolide un catalanismo de nuevo cuño y seguir  en el poder. ¡¡Joder que tropa¡¡.
Para finalizar esta “entrada” apresurada publicada el día anterior al referéndum, perdón, a los comicios, les hablaré de dos hombres libres, cuando terminaron  los respectivos secuestros de que fueron objeto por sendos comandados dirigidos por Otegi, Luis Abaitua y Javier Ruiperez.
No estará demás traer a colación un par de artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Helos aquí:
Artículo 3.
·         Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 5.
·         Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Pues bien, nuestro Don Pablos habla del tal Otegi calificándolo de “hombre de paz”.
Deseo que Rajoy y el PP y su marca blanca no alcance el poder pero mucho me temo que el resultado de las izquierdas no me llene de gozo.
Hasta mañana, queridos.

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