Josep Miró i Ardévol
es un catalán más católico que Dios. En su momento fue Consejero de
Agricultura del Muy Honorable Bribón. Es contrario al aborto, al matrimonio
homosexual etc. Una joya el tal Miró i Ardévol. Pues bien, ayer mismo dando un
repaso a Caffé Reggio (de imprescindible lectura si se quiere conocer las “columnas”
periodísticas más importantes de la
prensa española) me encontré con un artículo del “meapilas” de referencia.
Leedlo, por favor, vivo en un sinvivir
desde ayer. Parece increíble pero es cierto: uno de
los “nuestros” desmitifica el mantra ese
que reza que “el catalán, de las piedras
saca pan”. Sugiero un análisis a “sensu contrario”, el resultado es
desternillante.
Ahí el texto:
“Un solo pueblo, dos
lenguas, de Josep Miró i Ardèvol en La Vanguardia (18 abril, 2016).
La expansión del castellano en Catalunya no es fruto de
ninguna confabulación histórica, sino de la convergencia de la revolución
económica catalana con la debilidad de la natalidad necesaria para sustentarla.
Nos hemos olvidado de que el diferencial de renta con España favorable a los
catalanes tiene poco más de 150 años de vida. En aquellas fechas, 1842, la
riqueza por persona estaba encabezada por Vizcaya y Madrid, el primer
territorio catalán era Lleida (9.ª posición), Girona (14.ª), y ya por debajo de
la media española, Tarragona 28.ª, ¡Barcelona en 32.º lugar! La economía tenía
un correlato demográfico: en 1833 Barcelona era el 3,5% de la población
estatal, y en el conjunto catalán el 8,5%. Poco peso de la capital, inferior al
agregado de las tres otras circunscripciones.
Pero en 1960 todo había cambiado. Culminada hacía años la
revolución industrial catalana, y recién iniciada la expansión económica de los
años cincuenta, Barcelona rondaba el 10% de la población estatal, y Catalunya
superaba el 12%.Y esta es la cuestión clave: entre 1950 y 1975 la población
catalana aumentó un 214%, el PIB lo hizo en un 370%, la renta familiar bruta un
413%, y la productividad un 214%. En otros términos, vino mucha gente que vio
como sus ingresos se multiplicaban por el doble efecto de la productividad y
del aumento de población. Un círculo virtuoso, que ya no se consiguió en la
reciente oleada migratoria del siglo XXI, cuando la productividad (PTF) se
estrelló.
Entre 1950 y 1975 vinieron más de 1,3 millones de personas.
¿Por orden de Franco? Claro que no. La razón era la base industrial construida
desde principios de siglo, el impacto positivo de la reciente expansión
española, y el efecto nuevo del turismo. Eso, y la debilidad demográfica
catalana: la tasa de crecimiento vegetativo (nacimientos-defunciones) fue del
7,21 para España, pero tan solo del 6,61 para Barcelona, y aún impulsada por la
natalidad de los recién llegados, como lo constatan los datos de Girona, Lleida
y Tarragona, con tasas de entre el 3,73 y el 4,02. Sin la inmigración, la de
principios del siglo XX, y la de 1950 a 1975, Catalunya no habría ocupado los
primeros lugares de España en potencial económico, y hoy seríamos un país de
justo, o poco más, 4 millones de habitantes. La Catalunya de hoy la hemos
forjado entre todos, en catalán y castellano. Es injusto, a la vez que suicida,
ignorarlo. Un solo pueblo, dos lenguas.”
Es bueno el chupacirios ¿eh? Que jodio.¡ Así que Franco se "columpió". Quería destrozar Cataluña y produjo un incremento del 370% del PIB al mandar a los colonizadores a los que los colonizados explotaron de todas las formas inimaginables y ahora pretender quitarles hasta sus raices, esas -els arrels- de las que tanto presumen los nazionalistas.
Espero impaciente la rueda de Prensa que Cocomocho dará mañana al salir de la entrevista con Maricomplejines. Seguro que me dará para unas cuantas "entradas". Nos vemos mañana.
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