viernes, 22 de enero de 2016

Puigdi recoge velas.

El próximo pasado 15 de setiembre escribí una “entrada” en la que razonaba mi intención de NO participar en las elecciones  convocadas para elegir a los miembros y miembras (sic)  del autodenominado Parlamento de Cataluña.

Concluía mi argumentación del siguiente tenor:

“!Pues bien, estimado Lagar, no voy a votar, quiero contribuir a que la lista esa  -donde se juntan la mayor proporción de individuos de pensamiento político inane, acorde con su grado de inteligencia, de cuantas listas han sido, son y serán,- gane las elecciones y como tiene prometido proclame la independencia de la República Melonera (por la cantidad de melones que gestionan el parto-aborto) y se ponga en marcha, de una vez las medidas previstas en ordenamiento jurídico contra la secesión y la segregación de parte del territorio que, no se olvide, es de todos los sometidos a ese ordenamiento,  y ello con todas sus consecuencias, sin complejos, con contundencia proporcional para que en los próximos 300 años no se vuelva a hablar de "hechos diferenciales" ni gilipolleces similares.”

La Historia en conocida: celebraron los comicios, calificados de plebiscitarios, y los que perdieron objetivamente repitieron hasta la saciedad que habían ganado y al final se lo creyeron. Pero la vida es dura y los ganadores no pudieron formar Gobierno pero tres meses después arreglaron en los despachos lo que las urnas  no les habían concedido, según nos contó el Astuto, poniendo fin a unos de los espectáculos más denigrantes de  la historia de la democracia parlamentaria.

Todo apuntaba a que mi deseo –expresado en el transcrito párrafo- iba a quedarse en eso,  un deseo,  pero afortunadamente los que se han pasado muchos años reclamando “urnas” han tenido miedo a que la gente –que comienza a espabilar- les retirara su confianza ciega y han buscado a un “nota” que haga de mascarón de proa. Veamos.

Puigdi es un tipo más de campo que las amapolas y no hace nada para disimularlo, de tal suerte que asume el principio de reza así “A partir de los 40 años cada uno es responsable de la cara que tiene” Además de un tipo rústico –por definición inadecuado para la política- nuestro hombre puede ser motejado de “carlistón”, le nacieron en Amer donde  el salvaje ese de Cabrera hizo de las suyas. (Consúltense enciclopedias para comprobar que tanto  las zonas del  País Vasco como de Cataluña donde se implantó el carlismo  coinciden con las que el independentismo obtiene, ahora, mejores resultados electorales. ¿Os imagináis lo que es vivir rodeados de energúmenos que se  creen miembros de un pueblo elegido?

Como la pastelería de papá no daba bastante para los ocho hermanos Puigdemont, Carlitos decidió un buen día vivir del Presupuesto Público. Todos sus trabajitos, empleos, cargos etc se nutren de la misma ubre:  las diferentes administraciones públicas.

Puigdi es mentirosillo, se presenta con títulos que no ha obtenido y conocimientos wikipédicos. Un tipo así únicamente puede ser President de algo en el país  del Sur que más se parece a Alemania, según el Astuto. En la Alemania de verdad ya habría dimitido por mentir como en su día debió de hacer Ortega la vicepresidenta, enterrarse viva Pilarín Rahola y tutti quanti  y es que estos nacionalistas son la hostia: reescriben la historia, descubren mediterráneos de agravios o se atribuyen titulaciones que nunca consiguieron. Soñar despierto tienes estos problemas ¡Ay si no existieran las hemerotecas¡¡.

El bueno de Puigdi está recogiendo velas: 18 meses para proclamar la independencia es poco tiempo, hay que respetar la legalidad hasta que esta sea sustituida (sic) por la catalana, se declara President temporal (menos mal) y en este plan.

El “procés” se ha llevado por delante mucha gente que al iniciarse estaba en primera línea política y pronto, muy pronto se recordará como una pesadilla y es que esto ha sido siempre una “olla de grillos”  y en la presente ocasión los grillos son malos, muy malos, cultural y políticamente hablando,  así que esperemos tranquilamente a que les empiecen a temblar las piernas (Puigdi dixit) si se atreven a desafiar al Estado. Los valientes de Puigdemont no necesariamente tienen que ser héroes y en ningún caso los imagino como mártires.
Continuará..


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